Lucha contra el COVID desde un programa LAIF de agua y saneamiento

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Noviembre 08, 2024

El año 2020 golpeó al planeta entero con la aparición y rapidísima expansión del virus del COVID-19, que provocó más 15 millones de muertos en tan solo dos años según la OMS y afectó a todos los países del mundo. Ante el avance de la pandemia, rápidamente quedó claro que el agua limpia y el jabón eran un potente aliado para luchar contra el virus, evidenciando una vez más la importancia vital de contar con agua limpia y accesible. Una necesidad que dista mucho de cumplirse en muchas de las zonas rurales y alejadas en las que interviene el Fondo de Cooperación para Agua y Saneamiento. Precisamente por ello, en aquellos días en los que pararon muchos de los grandes proyectos, se rebeló como algo urgente poner en marcha pequeñas iniciativas de emergencia destinadas a apoyar a estas zonas más rurales.

En aquel momento, se encontraba en plena ejecución un importante programa financiado por fondos LAIF de la Unión Europea e implementado por la Cooperación Española, denominado Promover la adaptación al cambio climático y la gestión integral de los recursos hídricos en el sector de agua y saneamiento en América Latina en el marco del FCAS. El objetivo general de este programa es conseguir una mayor incidencia de impacto de los programas del FCAS abordando problemas comunes a todos los países de la región, especialmente relacionados con el cambio climático y la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos. Entre sus acciones, se había previsto desde el principio la puesta en marcha de medidas de rápido impacto que mejoraran los servicios de agua y saneamiento en la región. En este marco, y en un momento en el que era imprescindible reaccionar rápido, se decidió destinar una pequeña parte de estos fondos a la realización de tareas básicas pero esenciales y urgentes, dedicadas a fortalecer la respuesta de las zonas rurales ante el COVID, fortaleciendo así las capacidades de gestión de riesgos, proporcionando medidas de contingencia ante emergencias como la del COVID u otras debidas a posibles desastres naturales. Esto se materializó en tres iniciativas: dos de ellas realizadas en El Salvador y una tercera en Ecuador.

En el caso de El Salvador, los dos proyectos, denominados Respuesta a la emergencia COVID19, apoyando a sistemas de agua potable en comunidades rurales, se llevaron a cabo a través de dos organizaciones locales de la sociedad civil -ADES y Provida- y permitieron equipar al personal con kits de protección personal e insumos de potabilización para garantizar la continuidad de la distribución y producción de agua segura en 21 sistemas de agua potable. Esto contribuyó a asegurar el correcto funcionamiento de los sistemas rurales de agua en 60 juntas ubicadas en las áreas de San Miguel, Morazán, Cabañas y La Libertad. En total, estos proyectos beneficiaron a más de 4.000 familias, ayudando a evitar la propagación del COVID y otras enfermedades.

Por otra parte, en Ecuador se llevó a cabo una iniciativa centrada en las provincias de Manabí y Esmeraldas, dos de las zonas más golpeadas por el COVID, para apoyar a los servicios de agua potable y saneamiento de ambas zonas. El proyecto, ejecutado por la ONG PROTOS, apoyó los servicios públicos de agua potable y saneamiento en poblaciones montubias, indígenas y afroecuatorianas, impulsando la rehabilitación de sistemas de agua y saneamiento que operaban de forma deficitaria. Asimismo, se repartieron productos para la desinfección de agua en el ámbito familiar y comunitario, y se llevaron a cabo acciones para el fortalecimiento de capacidades de las comunidades y de los servicios municipales. En total, la iniciativa benefició directamente a 30.000 personas mediante la construcción de pequeñas infraestructuras (ampliación de redes de distribución, nuevos sistemas de bombeo, entrega de filtros, instalación de tanques de saneamiento…), trabajando además con las instituciones para impulsar procesos adecuados de planificación y asignación de recursos.

Más allá de la emergencia que supuso la pandemia del COVID, la Unión Europea continúa comprometida con la mejora de los sistemas sanitarios a nivel global a través de la estrategia Global Gateway. Además de mejorar el acceso al agua potable y al saneamiento, se están movilizando inversiones para reforzar las cadenas de suministro farmacéuticas y mejorar los marcos regulatorios sanitarios nacionales, al tiempo que se promueve la investigación.